martes, 16 de marzo de 2010

Estocolmo, ciudad bilingüe


Muy pocas veces se llega a una metrópoli en la que se hablen dos lenguas, como mínimo, sin distinción. Estocolmo, en eso, es única. Mientras caminaba por las callecitas en la isla Gamla Stan, que guarda la ciudad medieval (la mejor conservada del mundo), recordaba los éxitos de ABBA en inglés, allá por la década del ’70.
No era casualidad, el inglés es el idioma que adquieren por “default” todos quienes allí viven y permite que quien arribe a la ciudad pueda interactuar con cualquiera de sus habitantes.
En realidad, habría que decir que en casi todo Suecia ocurre lo mismo, la educación y la posibilidad de una comunicación más global.
Mientras continúo caminando entre la nieve acumulada en las calles donde nació la capital sueca, veo su pequeña plaza central, con un bombeador de agua al que acudía la gente siglos atrás, y casas que mantienen su original fisonomía acumulando hielo en sus techos.
De edificios bajos, calles estrechas, guarda entre las curiosidades de sus sinuosas calles a la más angosta de ellas, a la que han dado en llamar "la más angosta", con tan solo 90 centímetros de ancho. En Gamla Stan también puede encontrarse una piedra escrita en sueco antiguo, que sirvió de cimiento para una de sus casas.
Estocolmo tiene tantas posibilidades de ser visualizada, como postales uno pueda obtener de ella. Es que las impagenes se suceden desde distintos ángulos, ya que la ciudad está levantada sobre 14 islas, todas entrelazadas por redes de puentes.
El Palacio Real, el Parlamento, el NK (el más importante de los shoppings) y los diferentes museos albergan alternativas recreativas diferentes para visitar.
También existe un mercado con muchos y diversos puestos de venta de alimentos, en la misma cantidad en que hay pequeños restoranes de comidas típicas, revestidos con la cálidez de la madera.
En cuanto a la comunicación para movilizarse, las opciones son todas las conocidas. Una red de subterráneos recorre las distancias bajo tierra, mientras que las autopistas permiten acortar los tiempos a los automovilistas. Los trayectos en barco también son otra alternativa válida, y no sólo para paseos, sino para alcanzar otras ciudades escandinavas.
Eso sí, hay que tener en cuenta que Suecia es un país en el que todo cuesta entre un 15 y un 20 por ciento más que en París, como para tener un parámetro.